New deal basado en las personas como base del impulso económico en las empresas
New Deal (literalmente en español: «Nuevo trato») es el nombre dado por el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt a su política intervencionista puesta en marcha para luchar contra los efectos de la Gran Depresión en la economía de Estados Unidos.
Una vez que hemos explicado el famoso término americano relacionado con políticas para mejorar el aspecto económico, quiero hablaros de un no tan New, aunque sí poco aplicado Deal, para impulsar el crecimiento económico en las empresas. La esencia de este New Deal no es otra que mejorar económicamente a través del enfoque en las personas, más concretamente en el sentido más amplio de la definición de salud para la Organización Mundial para la Salud (OMS): «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades». Como prevencionistas, ésta es nuestra función y responsabilidad. En mi opinión, lo más valioso que tienen las empresas son sus trabajadores. Como he comentado anteriormente, este concepto no es nuevo. Muchos prevencionistas conocen la historia de Paul O’Neill, aunque merece la pena recordarla:
Era el año 1987, la empresa Alcoa (Aluminum Company of America) acababa de anunciar un nuevo liderazgo. La compañía estaba en un mal estado, mal administrada, con problemas inmensos con los sindicatos y perdiendo dinero. Inversionistas de Wall Street se habían reunido en un salón para conocer al nuevo CEO. Paul O’Neill comienza su discurso de una manera inesperada. En vez de hablar lo que todo inversionista quiere escuchar (planes de crecimiento, proyectos, flujo de caja, etc.), Paul comienza de esta manera: “Quiero hablarles hoy de la seguridad de mis empleados… Cada año un gran número de empleados de Alcoa se lesionan de manera grave… nuestros empleados trabajan con metales que están a 1500 grados (F) y maquinaria que les podría amputar un brazo. Mi misión es hacer de Alcoa la compañía más segura de América. Mi meta es cero lesionados.”
Muchos inversionistas no entendían, ¿Seguridad?, ¿Cero lesionados? Inclusive se comenta que uno de ellos dijo: “Vendan todas sus acciones, este hombre va a destruir la compañía”. Lo que las personas no entendían del plan de O’Neill era que un plan de cero lesionados iba a transformar a la empresa completamente. La clave para proteger a los empleados era entender “por qué” se lesionaban. En primer lugar, para entender el “por qué” tenías que estudiar el proceso de manufactura y qué estaba mal en él. Para corregir eso, tenías que entrenar a los empleados en calidad y procesos eficientes.
En otras palabras, para proteger a sus empleados, Alcoa tenía que convertirse en la compañía de aluminio más eficiente de la tierra.
Los problemas con los sindicatos se acabaron porque todo el entrenamiento no tenía como objetivo principal aumentar la productividad de la compañía sino más bien, proteger la vida e integridad de los empleados.
Para 1996, casi una década más tarde, Paul O’Neill había hecho crecer la acción de Alcoa más de un 200%. (Basado en el artículo de Víctor Hugo Manzanilla para Liderazgo Hoy).
En España también tenemos personas que vieron en la seguridad laboral de los trabajadores la vía más eficaz para aumentar la producción de la empresa. ¿Os imagináis que hubiera sido español el impulsor de la ventilación forzada en espacios confinados, el inventor de la primera o una de las primeras mascarillas de protección respiratoria, el impulsor de una serie de mejoras ergonómicas en pleno siglo XVI para mejorar la reducción de manipulación de cargas y sobreesfuerzos, el inventor de un sistema de aire acondicionado para mejorar el estrés térmico en trabajos en ambientes calurosos? Pues sí, lo era. Gran desconocido y que merece todo nuestro reconocimiento fue Don Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613). Su vida da para un libro extenso, no en vano es apodado el Da Vinci Español. Destacó en múltiples disciplinas como la milicia, la economía, la política y las artes, además del campo científico y tecnológico.
En 1597 fue nombrado por Felipe II administrador general de las minas del reino, recorriendo los distintos yacimientos como hoy día los prevencionistas visitamos centros de trabajo. En una inspección minera estuvo a punto de morir por los gases tóxicos desprendidos, lo que le llevó a idear sistemas para poder respirar el aire viciado.
En sus inventos sobresale su preocupación por resolver cuestiones prácticas, problemas reales como la eficiencia energética, en especial el ahorro de combustible en los hornos, o la propia ergonomía de los aparatos en aras a favorecer siempre a los trabajadores que debían manejarlos y la salud de los mineros.
Entre los inventos destacan precisamente dos ingenios de vapor, destinados a purificar el aire y bombear el agua dentro de las explotaciones mineras. El primero de ellos era un sifón extractor de agua mediante presión atmosférica. Dicho sifón aprovechaba la energía del agua que se drenaba en las galerías de las minas más profundas a través de un sistema de depósitos intercambiadores. Ayanz empleó además los eyectores de vapor para crear un sistema parecido al del aire acondicionado, en el que se introducía aire fresco (rodeando las tuberías con agua fría o con nieve) en las galerías.
Pero lo que nos atañe en este artículo es si esos inventos y esa preocupación por mejorar las condiciones laborales de los trabajadores tuvo su recompensa. La respuesta es sí. De hecho, sus 48 inventos, fueron reunidos en un único privilegio concedido por Felipe III en 1606, en el que se le reconocía la mejora de los sectores económicos de la época, y en particular de la minería.
Creo que todos estamos de acuerdo en que el estrés laboral y los riesgos psicosociales son responsables de casi la mitad de los días de trabajo perdidos cada año. El absentismo debido al estrés, la depresión y el agotamiento aumenta en Europa y es la segunda razón por la que los trabajadores faltan al trabajo más de tres días seguidos.
Más recientemente tenemos el caso de Siemens Bélgica. El grupo ha apostado no solo por la seguridad y salud, sino también por el bienestar de sus trabajadores. La empresa se encuentra entre los galardonados por la Agencia Europea para la Seguridad y Salud en el trabajo por sus buenas prácticas en gestión del estrés y de los riesgos psicosociales. Disponen de un programa denominado Fit@Work. Se trata de un programa de promoción de la salud para desarrollar un estilo de vida saludable entre sus empleados. Creo que el número de bajas de sus empleados será sin duda, más bajo después de la aplicación de este programa.
La seguridad y salud de los trabajadores está íntimamente ligada a la mejora económica, como hemos visto en los casos anteriores, pero además, a la salud de los responsables, CEO o gerentes de las empresas. Como explicaba Dale Carnegie en su Best Seller “Cómo ganar amigos e influir sobre las personas”, la mayoría de la gente es honrada y quiere responder a sus obligaciones, así que, si apelamos a los motivos más nobles, como en este caso es proteger la integridad de sus empleados, estoy absolutamente convencido de que dormirán mejor y realizarán su labor de manera más plena. También comentaba este escritor americano que una regla muy eficaz que aplicaba para ser un gran líder era “atribuir a la otra persona una buena reputación para que se interese en mantenerla”. Esta regla me la aplico en mi día a día. Si veo que un empresario/a tiene interés en mejorar la seguridad laboral y comienza a aplicar ciertas medidas, le comento que debe sentirse orgullo y que es un hombre comprometido con la seguridad de sus trabajadores, le estrecho la mano como señal de beneplácito y ya tenemos un hombre más unido a esta noble causa que es la Prevención de Riesgos Laborales.
Espero que este artículo sirva a algunos compañeros para afianzar la idea en las empresas de que la seguridad laboral no es un “quita multas”, un seguro en caso de accidentes, una losa económica más que simplemente debe ser asumida, sino que es la oportunidad de implantar medidas que ayuden a mejorar la salud económica de las empresas.
Redactado por José María Martín Ojeda