
Si alguna vez has sentido que tu trabajo de oficina consiste en asistir a reuniones absurdas, rellenar formularios inútiles o simplemente aparentar estar ocupado, probablemente Office Space (1999) te hará sonreír… o encoger el corazón.
Dirigida por Mike Judge —también creador de Beavis and Butt-Head y Silicon Valley— esta comedia se ha convertido en un clásico de culto precisamente por retratar, con humor seco y diálogos memorables, un tipo de sufrimiento laboral con el que millones de personas se identifican.
La trama: alienación, impresoras y jefes insoportables
La historia sigue a Peter Gibbons (Ron Livingston), un programador informático atrapado en una rutina apática en la ficticia empresa Initech. Sometido a un jefe pasivo-agresivo —el inolvidable Bill Lumbergh (Gary Cole)— y a normas absurdas como los famosos TPS reports, Peter se ve arrastrado por la inercia hasta que, tras una sesión de hipnoterapia fallida, decide simplemente… dejar de preocuparse.
El resto de la película explora las pequeñas rebeliones cotidianas: llegar tarde, ignorar órdenes, destruir impresoras defectuosas al ritmo de rap. Todo ello mezclado con una crítica directa a la cultura corporativa estadounidense de finales de los años 90, aunque perfectamente vigente hoy.
Riesgos psicosociales con humor
Más allá de su valor como comedia, Office Space ofrece una representación bastante precisa de varios factores de riesgo psicosocial identificados en prevención de riesgos laborales (PRL):
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Desmotivación y falta de control: La rutina y la falta de sentido del trabajo afectan directamente al bienestar mental de los personajes.
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Ambiente laboral tóxico: Jefes autoritarios, compañeros invisibles, y normas internas absurdas que generan frustración.
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Burnout y desgaste profesional: El personaje de Peter muestra síntomas evidentes de fatiga mental y desconexión emocional.
Incluso hoy, en sesiones formativas de PRL, es habitual ver clips de Office Space para ilustrar estos conceptos de forma amena y accesible.
Una película adelantada a su tiempo
Cuando se estrenó, Office Space fue un fracaso comercial. Sin embargo, con el paso de los años, ha ido ganando relevancia, sobre todo con la expansión del trabajo en oficinas y, más recientemente, el auge del trabajo remoto.
Frases como:
«If you could go ahead and do that, that’d be great.»
O escenas como la destrucción ritual de la impresora se han convertido en referencias compartidas por toda una generación de trabajadores.
Office Space no es solo una comedia para pasar el rato: es, de algún modo, un pequeño manifiesto sobre el derecho a un trabajo digno, con sentido, y libre de absurdos burocráticos.
Si no la has visto, te recomiendo dedicarle una tarde. Y si ya la conoces, quizá sea momento de volver a ella, especialmente si últimamente tus jornadas laborales empiezan a parecerse demasiado a las de Initech.




