Personajes que marcaron la historia de la prevención de riesgos laborales: Semmelweis
Ignacio Semmelweis (1818-1865), es conocido popularmente como el «Salvador de Madres» pues descubrió que la incidencia de la fiebre puerperal podía ser disminuida drásticamente usando desinfección de las manos en las clínicas obstétricas. Es considerado como el creador de los procedimientos antisépticos.
Médico húngaro. En 1837 viajó a Viena para licenciarse en derecho austríaco, pero su participación en una autopsia le hace abandonar el derecho y comienza a cursar estudios en el Hospital General de Viena, donde se convertirá en alumno de Joseph Skoda y Carl von Rokitansky.
A los 28 años fue nombrado asistente de la primera clínica ginecológica de Viena. La práctica obstétrica de Semmelweis se inició en el Allgemeines KrankenHans, el gran hospital general de Viena. La clínica vienesa recibía estudiantes de varias partes de Europa, pero la fiebre puerperal hacía estragos.
La fiebre puerperal era una infección grave que afectaba a todo el organismo de mujeres tras un parto o aborto así como al recién nacido.
Con una elevada mortalidad de la infección (de entre el 10-35% de las madres), Semmelweis comenzó a observar, reflexionar y recopilar datos de entre las dos salas destinadas a maternidad en ese hospital; Una de ellas donde las parturientas eran atendidas por matronas y la segunda, donde asistían los partos médicos y estudiantes donde acudía de sus prácticas de anatomía con cadáveres y sin lavarse las manos…
Y comenzó a apreciar diferencias de presentación de la enfermedad entre las dos salas de maternidad existentes y concluyó que existía una «materia cadavérica» que era transportada por las manos de los médicos y estudiantes que tenían a su cargo la atención de las madres en trabajo de parto en una de las salas y generaba en ellas la fatal enfermedad.
La prueba definitiva de lo que estaba buscando la logró el día que asistió a la muerte de uno de sus colegas, debida a una infección generalizada. La víctima se había cortado con un bisturí usado en una autopsia y a Semmelweis se le encendió la bombilla. Propuso el uso de soluciones con cloro para el lavado de manos y obligó a médicos y estudiantes a lavarse las manos, antes y después de atender a sus pacientes y para entrar a los quirófanos…. Y ocurrió lo esperado: Las muertes cayeron por debajo del 1%.
Esto le costó su destierro y vivió como un mendigo por las calles de Budapest hasta que otro profesional lo descubrió muerto de hambre y le facilitó otro empleo en un hospital de la ciudad, y la historia se repitió… Al final de sus días el especialista tuvo que ser asistido en un psiquiático víctima de una infección (cuenta la leyenda que se infectó a propósito con material contaminado de una autopsia para demostrar su certeza). Y no fue hasta 15 años después, cuando Luis Pasteur comenzó a hablar de microbios y vieron que Semmelweis estaba en lo cierto, «El salvador de las madres, el hombre que descubrió el enorme valor de tan básica medida higiénica y que pagó el hallazgo con su vida»
Redactado por Ana Serrano Soriano