Una experiencia extraordinaria

Dentro de la variedad de vivencias que la PRL me está dando a lo largo de mi carrera, me gustaría compartir la que, por suerte o desgracia, me está marcando en mi percepción social de este ámbito, por lo asombrosa y contraria que resulta a lo que todos hemos aprendido, por ello está resultando extraordinaria (por suerte, no es lo común), aunque también desagradable.
Quizás algunos hayáis leído ya algo al respecto, si bien esta es una gran bola de nieve que no deja de crecer, y por tanto, enquistarse, en vez de resolverse. Sin duda me afecta a mí en lo más personal, pero también al sector en general, pues nuestra profesión resulta ninguneada y despreciada por aquellos que deberían defenderla y potenciarla, precisamente.
Hace ya unos años, descubrí de forma casual cómo se elaboraba una obra de construcción periódica en la población de origen de mi familia; es periódica, porque se ejecuta cada año, previo a las Fiestas más importantes de la localidad. Se trata de un coso taurino artesanal que se instala en la Plaza Mayor y alberga un aforo de unas 3000 personas, dando esta cantidad la idea de que es una estructura de dimensiones considerables, pudiendo alcanzar en las partes más elevadas unos 5 metros de altura.
Quien promueve su montaje es el Ayuntamiento local, si bien lo subcontrata con personas y entidades de tipo asociativo, a los cuales no les pide ningún tipo de requisitos preventivos ni medidas de seguridad; al contrario, en los últimos años, exige que las personas que participan en el montaje y desmontaje (se estima que pueden ser unas 250), firmen que lo hacen “a título personal”, para eludir así cualquier obligación o responsabilidad legal sobre ellos, negándoles el derecho de disponer de un contrato de trabajo, y de todos los derechos laborales que este otorga en consecuencia, incluida la formación o la implantación de medidas de protección colectivas e individuales, que sólo se usarán si los implicados lo quieren, a su único criterio, sin especialistas que opinen al respecto. No existe coordinación de actividades entre los más de 20 grupos de personas que se involucran en levantarla, dando un aspecto bastante caótico, y tampoco se cierra la obra a terceras personas, siendo, de hecho, el “acontecimiento social” del momento, visitada por un gran número de ciudadanos de todo tipo.
La excusa que argumenta el Consistorio actual es que es una labor que tradicionalmente se ha realizado por los vecinos de la localidad, en un ambiente festivo, si bien no hay documentación que así lo atestigüe, al contrario, sí los hay indicando la misma Administración local que era un trabajo hecho por empresas (o así se les consideraban, ya que se lucran con el cobro de algunos de los festejos taurinos que en él se celebran).
A pesar de haber remitido a diversas entidades regionales peticiones de que esto se corrija, no se está encontrando la forma, no advirtiendo de manera taxativa al Ayuntamiento de las negligencias que comete. Entre ellas, la propia Delegación Provincial de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social, dice que se realiza esta labor por “amistad, benevolencia y buena vecindad”, ajena por tanto al Estatuto de los Trabajadores, obviándose, además, la Ley 32/2006, reguladora de la Subcontratación en el Sector de la Construcción, y las obligaciones que establece para los contratistas y subcontratistas de una obra como esta.
Ser conocedora de estas circunstancias, en las que se está promoviendo por una Administración Local el trabajo “no declarado”, en condiciones de riesgo grave y sin medidas de seguridad, y que desde el resto de las Administraciones Públicas (como la Subdelegación del Gobierno, por ejemplo) no se está haciendo nada para corregirlo, me ha cambiado la vida, pues siega de raíz todo lo que aprendí como Técnico Superior, e incluso, como becaria de investigación del propio INSSBT, de ahí mi empeño en ponerlo de relevancia y desear que sea lógicamente encauzado.
Además, se publicó mi nombre al denunciar los hechos, enfrentando a la gente contra mí, por lo cual se me insulta y veja en los medios digitales y redes sociales por ello, acusándome de querer terminar con las Fiestas incluso, cuando es una cuestión estrictamente laboral la que expreso.
Soy consciente de que soy excesivamente débil como para conseguir que reconozcan los errores que se están cometiendo en este caso. Sé que quienes se han metido en este embolado, van a defender a ultranza su versión, atacándome cuanto sea preciso, para evitar su responsabilidad legal. Pero es que mientras, aprovechando la ignorancia de los implicados y la resistencia al cambio con sus pros y contras, se les ofrece una contracultura preventiva absolutamente aberrante, embebida por extensión al resto de la población de la zona. Al fin y al cabo, ellos son “Autoridad”, y yo no.
Me gustaría, desde esta Asociación, encontrar la forma de enderezar la causa y resolverla, pues considero inamisible que, en estos tiempos y con nuestro marco legal vigente, se esté consintiendo que una serie de dirigentes políticos, promuevan como innecesario establecer medidas de seguridad en una obra de construcción con riesgo de caída en altura, entre otros. El giro de la causa provocaría un beneficio sobre nosotros, los profesionales de la PRL, pero sobre todo, sobre esos trabajadores que se exponen al libre albedrío de levantar y desmontar una gran estructura cada año, sin la protección de quienes allí les piden que se pongan.
Lucía Risueño
Técnica en PRL

Scroll al inicio