Prevención de riesgos laborales: ¿Qué pasa con las mujeres que trabajan en el sector agropecuario?

La realidad y la experiencia de siglos nos indica que las mujeres no solo han trabajado siempre en el campo, dentro y fuera de casa, sino que el trabajo femenino han sido una pieza clave del desarrollo económico y productivo hasta mediados del XX (Las mujeres en el mundo rural. Reflexiones generales y contextualización. Mª Consuelo Díez Bedmar, SUMUNTÁN Nº 24 (2007); P. 67-78).

Lo cierto es que la contribución femenina al trabajo agrario esta subestimada y no se encuentra reflejada en los datos oficiales. La razón por la que se subestima esta presencia es que el trabajo de las mujeres en este ámbito se ha considerado siempre una “ayuda”, rol que han asumiendo en muchos casos las propias mujeres afirmando que ellas no trabajan, solo ayudan a su marido.

Cuando hablamos de sector agropecuario estamos incluyendo múltiples actividades, fundamentalmente actividad ganadera y agraria, así como gestión forestal, aunque éste sea el ámbito con menor presencia femenina. No podemos dejar de mencionar la agroalimentación, sector en el que las mujeres tienen una mayor presencia.

Hasta el momento actual, a pesar de los 22 años trascurridos desde la promulgación de la Ley 31/1995, la prevención de riesgos laborales en este ámbito no tiene en cuenta la anatomía ni la fisiología de las mujeres, los EPIS están diseñados para hombres y son muy escasas las referencias específicas a este tema en la bibliografía.

Sin embargo, es un problema real que afecta cada vez a más número de mujeres. Centrándonos solo en el trabajo remunerado, los datos del IAEST nos dicen que las mujeres que trabajan en este sector en Aragón representan actualmente un poco por encima del 20 % del total, tanto si hablamos de número de contratos como de afiliación a la SS agraria. Hablando en términos absolutos, 8.858 mujeres han estado dadas de alta en este régimen en 2019 y se han firmado 15.573 contratos. En cuanto a la titularidad de explotaciones agrarias, las mujeres poseen aproximadamente el 23% de las mismas, 6.345 en términos absolutos, y son declarantes de 11.078 expedientes de la PAC, el 29% de las declaraciones presentadas por personas físicas. (Fuente: https://www.aragon.es/-/datos-estadisticos-mujer-rural). Son cifras que merecen, como mínimo, ser tenidas en cuenta en el diseño de la PRL agraria.

Es imprescindible por tanto que se empiecen a evaluar los riesgos específicos de las actividades del sector agropecuario, así como las medidas preventivas necesarias para garantizar la seguridad y salud de las mujeres trabajadoras, ya sean titulares de la empresa física, socias trabajadoras de una empresa jurídica, o trabajadoras, tanto fijas como temporales.

A mi juicio, sin pretender hacer una relación exhaustiva y excluyente, los riesgos más importantes que se deberían analizar y tener en cuenta son de tipo químico y biológico; mecánico y psicosocial.

En cuanto a los riesgos químicos, las diferencias fisiológicas entre ambos sexos tienen repercusión en la influencia sobre el organismo de algunos productos químicos, fundamentalmente fitosanitarios y zoosanitarios. El cuerpo de las mujeres tiene un mayor contenido en grasa, por lo que presentará mayor riesgo frente a sustancias que tengan afinidad por el tejido graso; además existen diferencias hormonales frente a los hombres que hacen que la respuesta a la exposición a algunas sustancias sea diferente (Exposición laboral a productos químicos en la comunidad de Madrid. Unión Sindical de Madrid Región de CC.OO. Mª del Carmen Mancheño Potenciano y Miguel Ángel Izquierdo García. Diciembre de 2006) algunos de los cuales se sabe que son hormonalmente activos y/o carcinogénicos y están asociados con el cáncer de mama y otros (sustancias hormono disruptivas y teratogénicas).

Los riesgos biológicos son importantes en el embarazo ya que las mujeres expuestas a sustancias biológicas pueden tener mayor probabilidad de sufrir riesgo en su embarazo, partos prematuros, daños psicomotrices en el feto o incluso abortos. Lo mismo ocurre con el periodo de lactancia.

Los riesgos mecánicos se derivan sobre todo de la ergonomía de la maquinaria, que está diseñada para el cuerpo de los hombres. Algunas agricultoras se quejan de no llegar a los pedales o afirman “yo para frenar me tengo que poner de pie”. A veces se incrementa el riesgo por la falta de información por parte de mecánicos, talleres, etc.… sobre maquinaria y reparaciones ya que consideran que “mejor se lo dirán al marido” dando por hecho que ellas no se van a enterar.

Las herramientas y los equipos de trabajo están también diseñados para hombres, cuando es indiscutible las diferencias antropométricas entre hombre y mujeres, eso sin contar con los cambios corporales que se derivan del embarazo y la lactancia. Esta falta de adaptación conlleva menor protección y mayor esfuerzo a la vez que posturas no adecuadas, e incluso un riesgo extra, por atrapamiento de ropa de trabajo amplia, guantes etc. pudiendo dar lugar a caídas por uso de calzado de seguridad demasiado grande. Algunas mujeres hemos vivido la experiencia de dejar las botas de protección clavadas en el suelo de la granja y quedarnos en calcetines. Es importante sobre todo la selección de EPI’s para las trabajadoras en estado de embarazo y valorar una adaptación en caso de lactancia natural.

Por último, en el sector ganadero no debe minimizarse el riesgo de coces y golpes de animales grandes como el ganado vacuno o el equino de los que hay que protegerse con los EPIs adecuados.

Y si hablamos de riesgos psicosociales cabe hacerse las siguientes preguntas:

¿Cuántas empresas agrícolas y ganaderas tienen aseos y vestuarios diferenciados para hombres y mujeres?

¿Qué pasa con la con la conciliación familiar? La escasez de servicios en zonas rurales hace que las mujeres tengan que hacer una doble jornada.

¿Existen en las empresas agrícolas locales de descanso habilitados para el descanso de las mujeres embarazadas y madres lactantes?

En este apartado es de especial importancia tener en cuenta la especial vulnerabilidad de las temporeras, sobre todo en materia de acoso sexual.

En definitiva, queda mucho trabajo por hacer en materia de PRL con perspectiva de género en el sector agropecuario y urge hacerlo ya que tanto la ley 7/2018, de 28 de junio, de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en Aragón como el I Plan Estratégico Para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Aragón (2017-2020) dedican muchos apartados a mencionar la situación de vulnerabilidad de las mujeres que viven en el ámbito rural e insta a los poderes públicos a trabajar para eliminarla.

Artículo Redactado por Miriam Ferrer Dufol (Jefa de Sección de Estudios y Planificación del Departamento de Agricultura Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón) y ponente en el Evento Barreras Invisibles evento Barreras invisibles en seguridad y salud laboral  co – organizado por AEPSAL y Celebrado el 24 de febrero en el Patio de la Infanta de Zaragoza.

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