16.746.487 de accidentes laborales en el centro de trabajo ¿Qué vamos a hacer?

16.746.487 de trabajadores han sufrido accidente con baja laboral desde 1996 hasta 2019, en España, inició de la andadura nuestra Ley 31/1995, sin contar los in-itinere, por aquello de que esos son una cuestión de tráfico y así se intenta minimizar este número, al fin y al cabo, algunas voces consideran que la seguridad y salud laboral (SSL) es tema menor.

Es difícil señalar los 18.729 muertos por accidente laboral, sin recordar caras y momentos trágicos, llenos de dolor e impotencia. Familias rotas y sueños destruidos, no siempre hubo mala suerte, la multicausalidad tras el accidente culpa a todos y esa imposibilidad duele. Recordar que a partir del año 2016 se incluyen como accidentes mortales todos los fallecimientos a consecuencia del accidente de trabajo en el plazo de un año desde la fecha del accidente.

Debemos destacar de los 16.746.487 los 177.808 accidentes graves (en ningún datos se suma los in itinere) y todos sabemos que cuando hablamos de graves no estamos hablando de rasguños, sino de disminuciones vitales y en muchos casos muertes prematuras, pasado un año (no aparecen contabilizados en ningún sitio).

Si se analiza las gráficas y ante una visión simplista se puede entender que en un inicio, el trabajo de los profesionales de salud laboral se hizo efectivo, todos aquellos que nacimos como profesionales a raíz del R.D.39/1997, empezamos a trabajar en torno a 1998 -2002, visitamos miles de empresa, observándose un descenso importante en los accidentes graves y mortales, pero esta bajada de la accidentabilidad es difícil observa en los totales, los cuales solo empezaron a bajar con los primeros coletazos de la crisis económica. Podríamos decir que desde la SSL solo se ha atajado el riesgo evidente, realmente no parece que exista un sistema de gestión que ayude a controlar. Si además introducimos el índice de incidencia a nuestro análisis, sí que se observa más nuestra llegada al mundo empresarial, pero se constata otra cuestión.

Al analizarlo observamos que en efecto se empezó a evidenciar la reducción de la accidentabilidad con nuestra llegada, pero al igual que destacamos en nuestras evaluaciones, incrementando el número de trabajadores incrementa la posibilidad, se incrementa el número de contratos laborales e incrementa el de accidentes, por lo que podemos pensar que solo damos cobertura a un porcentaje determinado, es evidente que debemos evolucionar, el sistema no parece avanzar.

Como nos señala sabiamente Emilio Castejón en su artículo “POR FIN!!!: en 2019 descenderá la siniestralidad laboral por lo menos un 5%” existe algo de trampa en estos datos, por un lado incorporaciones importantes de números de trabajadores a contabilizar; en 2012 se sumaron los afiliados al Régimen Especial para Empleados de Hogar. También se produce la incorporación de más de 2,5 millones de trabajadores en la población de referencia de esta estadística, con la inclusión de los afiliados al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, ambos son grupos que suman más en el número de trabajadores que en el de accidentados. Finalmente, tras el enjuague de dichas incorporaciones el índice de incidencia ha sido de 3349,83 en 2019, tan mal ha ido el año que solo disminuye un 1,1% y no llegamos al previsto 5%.

A la vez debemos de recordar el cambio que se está produciendo en la estructura empresarial española, a la hora de estudiar estos 25 años que ha cumplido nuestra LPRL; la bajada de actividades peligrosas como industrias extractivas hasta casi la desaparición y la bajada bestial de la construcción, incrementando otras actividades como es el sector servicio que suman menos al accidente y más a la enfermedad laboral.

Los datos de 2019, solo podemos decir que son malos, los accidentes laborales han incrementado un 1,7% en total 600.622. En construcción un incremento de un 10% de accidentes de trabajo comparado con 2018 y un 5,9% en la industria manufacturera, sumando esta ultima un total de 103.780, el sector que más accidentes laborales acumula y también el que suma el mayor volumen de enfermedades profesionales (aproximadamente el 40% de todas las declaradas desde 2011 a 2018).  A nivel regional lidera Andalucía y Cataluña (94.915 y 94.082 respectivamente) y la provincia que tiene la triste honra de liderar la cifra es Barcelona con 67.466, la Comunidad de Madrid se apunta 75.207 accidentes.

Los accidentes por edades de 2019 también nos muestran datos de interés; de 35 a 49 años ocupan el 45% de todos los accidentes, mientras que la mortalidad se sitúa entre los 45 y los 59 años con el 57%. Los hombres destacan en el número de accidentes con un 71,9%, aunque en los accidentes in itinere las mujeres están en un 53% del total. Los accidentes en los hombres han subido un 2,6% y en las mujeres ha disminuido un 0,5%.

No podemos pensar que va bien, ni mucho menos, las enfermedades incrementan y como todos los profesionales de la seguridad y salud laboral sabemos, la gran mayoría no se contabilizan, pues son tratadas como enfermedades comunes o surgen inmediatamente tras la jubilación.

Tema inevitable de tratar, por el que pasare de puntillas, los miles de millones que nos ha costado y nos cuesta esta lacra social. No me detendré en como esta situación, que se alarga en el tiempo y será en nuestra España envejecida un problema de primera instancia, cuando se descubra una población enferma, que genera grandes gastos y desventaja internacional, y digo no detenerme porque nuestra voz, la de los profesionales ni se escucha ni se pide y eso que somos un grupo de licenciados, con largas carreras profesionales, con muchos estudios, lecturas, adaptaciones sociales y económicas, que han visita la red empresarial española y que cuando salen fuera de España son altamente valorados.

Estos días también esta sobre la mesa cuanto de culpables somos los profesionales de SSL y por qué es debido (el número de profesionales de SSL inculpados por delito penal ha incrementado en estos años). La gran mayoría de las voces señalan a los técnicos y nuestra formación. El desequilibrio del actual FP con 2000 h para ser técnico superior de PRL (así es la denominación) y el proveniente de carrera universitaria que realiza un Máster de 600 horas. También se señala los estudios de origen, lógicamente cada licenciado arrima el ascua a su carrera, no mencionare a nadie por no pecar. Pero lo que es evidente es que la gran mayoría de las carreras universitarias no tocan la SSL, son muy pocas y muy escasa la carga lectiva que existe. Por poner un ejemplo, en la Licenciatura de Química no se menciona el VLA. Sabemos que nuestra profesión suma muchos conocimientos como para decir que es de una carrera u otra, que tiene que ver los conocimientos requeridos en seguridad con los higiénicos, ergonómicos o psicosociales, seamos realistas ninguna licenciatura reúne estos conocimientos, ni tan siquiera estudia una técnica entera.

Existen varias voces que gritan que este no es el camino, mis admirados Bestraten y Rubio muestran un camino en su NTP 1132, donde se presentan las vertientes que abrió Kletz y las que ha seguido Dekker y compañía. Las investigaciones y conocimientos desarrollados se quedan al margen de nuestra profesión y aplicación, solo el documento denso e inservible que recoja todo, absolutamente todo, tiene cabida, olvidando reglas esenciales como qué; una gran mayoría de la población no lee (Una de cada tres personas no lee ‘nunca’ o ‘casi nunca’) por lo que la información escrita es poco útil, las formaciones requieren de unos principios básicos (clases de 8 horas seguidas, impartidas los sábados o domingos, no funcionan), el control requiere de unos mínimos, la gran mayoría de humanos no son capaces de memorizar 200 procedimientos, aplicarlos en el momento según convenga y sin reflexión alguna, planificar 200 acciones incumple las normas básicas dictadas por Locke.

Herzberg decía “las personas tienden a ser felices cuando logran algo e infelices cuando sienten que son tratadas injustamente”, la sensación que muchos de los profesionales sentimos es esta, junto con una mezcla de impotencia. Sabemos que el modelo debe avanzar, el actual sistema de gestión ya no funciona, la PRL se ha burocratizado, al igual que todo aquello que toca como las Coordinación de actividades empresariales, pero si la causa no está descrita, ¿somos nosotros los culpables? ¿Qué debemos hacer los profesionales?

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Referencias:

Castejón, E. (2019) POR FIN!!!: en 2019 descenderá la siniestralidad laboral por lo menos un 5%.

Datos obtenidos del Instituto de Estadística.

Herzberg, F. (1979) ‘Motivation and Innovation: Who Are Workers Serving?’, California Management Review, 22(2), pp. 60–70. doi: 10.2307/41165321.

Rubio, J.C y Bestraten, M (2018) NTP 1132 “Ingeniería de la resiliencia: conceptos básicos del nuevo paradigma en seguridad”.

Elaborado por Ismael Sánchez-Herrera

 

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