Los viernes poesía. Hoy: Nanas de la cebolla, de Miguel Hernández

Joan Manuel Serrat presentó nanas de la cebolla con estas palabras en su recital del Luna Park (Buenos Aires, Argentina) en 1990.

miguel hernandez nanas de la cebollaEstando Miguel Hernández en la cárcel recibió una carta en la que su mujer le decía que en su casa no había para comer más que cebolla y pan. Y la amargura de aquella mujer y su angustia era que tenía que amamantar a un niño de muy pocos meses. La respuesta de Miguel Hernández fue uno de los poemas más hermosos y trágicos que uno pueda echarse a los ojos jamás. La música de esta canción corresponde a mi amigo y compañero Alberto Cortez.
Muchos economistas eminentes han dicho que la riqueza del Mundo siempre es la misma, como la energía, lo único que puede ocurrir es que cambie de manos. Sirva este poema también para recordar lo mal repartida que ha estado y que sigue estando.
Joan Manuel Serrat en el Luna Park, en 1990:

Por ser el autor, también incluimos la versión de Alberto Cortez:

Nanas de la cebolla

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en tus ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan lato,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa ni
lo que ocurre.
Enlace a la biografía de Miguel Hernández en la wikipedia
 

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